Ovodonación: ¿se parecerá mi hijo a mí?

Publicado el 13/09/2021

Actualizado el 12/’/2022.

Gracias a la ovodonación, hoy en día una mujer puede concebir un hijo aun cuando esto no sea posible con sus óvulos propios. Pero, a través de la ovodonación, ¿es posible lograr el parecido del bebé a la madre? La respuesta es sí, gracias a nuestro sistema de asignación RDRP (Right Donor for the Right Patient).

¿En qué consiste la ovodonación?

El tratamiento de ovodonación, que Ginefiv realiza desde 1991, consiste en una fecundación in vitro en la que se utilizan los óvulos de una donante joven, sana y fértil.

A diferencia de los tratamientos de fecundación in vitro convencionales, las pacientes que se someten a este tratamiento no tienen que estimular sus ovarios, lo que lo convierte en un proceso mucho más sencillo y cómodo para la mujer, pese a ser uno de los programas más complejos y exigentes que llevamos a cabo.

Además, la ovodonación es un tratamiento que ofrece excelentes tasas de éxito y total seguridad. Sin embargo, a menudo genera dudas en los futuros padres, principalmente por el hecho de tener que renunciar a la carga genética de al menos uno de los dos progenitores.


Si no lleva mis genes, ¿se parecerá mi hijo a mí?

Es una de las cuestiones que inquietan inicialmente a las parejas cuando son orientadas hacia un tratamiento de ovodonación. Y la respuesta, por increíble que resulte, es que en muchos casos el hijo nacido de un tratamiento de ovodonación sí se parecerá a sus padres.

En primer lugar, porque, gracias a nuestro sistema de asignación RDRP, podemos encontrar con facilidad a la mejor donante para cada paciente. Y esto significa, no solo compatibilidad genética (fundamental a la hora de minimizar la transmisión de enfermedades genéticas a los hijos) y de grupo sanguíneo, sino que en Ginefiv todas las donantes son clasificadas por sus rasgos y fotografiadas con el fin de poder encontrar a la que más parecido ofrezca con la receptora y su pareja, antes de empezar el tratamiento.

En segundo lugar, porque existe un componente ambiental que influye sobre el comportamiento y personalidad, gracias al cual los niños aprenden gestos y maneras de expresarse de sus padres, que no vienen determinados por la carga genética y que son los que en muchas ocasiones hacen que encontremos parecidos entre las personas de una misma familia.

Además, tu hijo siempre se parecerá a vosotros en los hábitos, costumbres, educación y valores que le transmitáis, y que tampoco son innatos ni determinados por la genética.

 

Epigenética: más allá de la genética

Por último, y en relación con lo anterior, la epigenética nos habla de modificaciones que se producen en la forma en que se manifiestan las diferentes características genéticas de las personas en función del ambiente en el que se desarrollan.

Es decir, que aunque todas las células de un mismo organismo tienen la misma carga genética, no toda la información que contienen se manifiesta sino solo aquella que se vea influida por el ambiente en el que crezcamos.

La epigenética es, por tanto, un factor clave en el desarrollo de un ser humano.

Los últimos estudios epigenéticos han demostrado que la madre gestante tiene la capacidad de modular la expresión genética del embrión. Existiría, por tanto, cierta comunicación entre la madre gestante y el embrión, aunque la carga genética no sea la misma, que produciría una modificación en el genoma del futuro bebé.

La consecuencia de todo ello es que el parecido de un hijo nacido de un tratamiento de ovodonación con sus padres es posible pese a no portar en este caso la carga genética materna.

 

Descubre más acerca de nuestro programa de ovodonación.